sábado, 28 de marzo de 2015

Y AMAR TODO DE TI - Capítulo 1 y 2




Y amar todo de ti
Anele Callas











Todas las cosas que amo me traen un recuerdo… tú.
LORD BYRON












Capítulo 1




El dolor de cabeza le estaba matando. No había servido de nada pasarse todo el día en la cama, ni siquiera la oscuridad de la noche evitaba que aquellas punzadas cesasen. Esas juergas hasta las tantas de la madrugada debían acabar o terminaría mal, eso lo sabía hasta él. Se acercó hasta una pequeña cafetería que permanecía abierta para pedir un café bien caliente. Quizás algo de cafeína podría hacer que se despabilara de una vez. Buscó en los bolsillos de su chaqueta y solo encontró su billete para Glasgow y una libra, aún le faltaban veinte peniques para el café. Echó mano al bolsillo derecho de su pantalón vaquero y sacó algunas monedas más. Pagó al dependiente y fue a sentarse a uno de los bancos de la estación a esperar el autobús.

Su café se agotó pronto. Abrió la tapa y comprobó que casi se lo había tomado entero de un solo trago. Su estómago estaba agradecido de recibir el líquido amargo después del ayuno al que había estado sometido tras la desmesurada ingesta de wiski de la noche anterior. Miró su reloj y comprobó que aún faltaban casi veinte minutos para partir, pero a su alrededor no había nada en lo que entretenerse. Abrió la funda de su guitarra y sacó una Gibson SJ-200, una guitarra acústica con mástil de madera de arce, veinte trastes y aros y fondo de palisandro indio altamente figurado. La consiguió de segunda mano a muy buen precio. Fue amor a primera vista. Esa vez no le importó tragarse su orgullo y pedir prestado el dinero para hacerse con ella. Desde entonces había sido su fiel compañera y su medio para ganarse la vida los últimos meses. 

Estaba tocando algunos acordes cuando alguien arrojó unas monedas al vaso de café vacío que había depositado a sus pies. Levantó la cabeza y solo pudo observar la espalda de una joven con un gorro rojo del que se escapaba una preciosa melena de ondas de color castaño. Arrastraba una maleta azul metalizada alejándose hasta el otro extremo de la estación de autobuses.

Aiden sonrió amargamente. Pensó que si no cambiaban las cosas terminaría así mismo, tocando sus canciones en cualquier rincón del metro o de la ciudad  a cambio de unas cuantas monedas. 
Al rato llegó un autobús despertándole de sus cavilaciones. Era la hora de emprender el camino de vuelta. Había pasado una semana loca entre amigos, música, mucho alcohol y alguna que otra conquista amorosa. Estas escapadas se estaban convirtiendo en una costumbre, algo que su salud no podría soportar mucho más. Subió y se sentó al fondo. No quería que nadie le molestara, pensaba ir dormido hasta que llegaran a Glasgow. Entonces vio a la muchacha del gorro rojo. Estaba hablando con el chófer pero no llegaba a escuchar la conversación. La chica bajó de nuevo del vehículo. Aiden no pudo evitar mirar por la ventanilla, quería ver la cara de aquella joven que había puesto el precio de sesenta y cinco peniques a su música. Desde su posición no pudo ver mucho, tan solo como cargaba su maleta en el portaequipaje y volvía a subir al autobús. Se acomodó unos asientos más atrás del conductor, por lo que solo tenía de nuevo la visión del gorro rojo una vez más. 

Era tarde, no había demasiados viajeros así que salieron sin demora. Se recostó en su asiento pensando que definitivamente debía hacer algo con su vida. Se rascó la barba, que lucía rasposa fruto de la despreocupación por su imagen en toda esa semana, y luego pasó su mano por sus rizos cobrizos, que corrían la misma suerte que su vello facial y lucían despeinados. No estaba precisamente en su mejor momento y su jaqueca iba en aumento, así que cerró los ojos y apoyó la cabeza sobre el cristal de la ventanilla.  

Unas voces le despertaron bruscamente. Una escandalosa conversación un par de filas delante de él le robó el sueño súbitamente. Aiden se olió problemas. Miró fuera y suspiró aliviado al ver las luces de la cuidad a tan solo unos pocos kilómetros. Aquella noche no tenía ganas de broncas ni peleas y algo le decía que eso era precisamente lo que buscaban esos jóvenes. Miró su reloj, eran las diez y media de la noche. Unos diez minutos más y llegarían a la estación de autobuses. 
No quiso prestar atención a lo que decían. Normalmente no se dejaba llevar por las apariencias, pero si algo había aprendido en todas las horas que pasaba en pubs nocturnos era a identificar los problemas antes de que llegaran.

Al llegar a la Buchana Bus Station se echó a la espalda su guitarra y puso rumbo al local donde tocaría esa noche. Fergus le había llamado implorando que volviera a casa antes de lo previsto. Su amigo era el dueño de un pub de moda cerca de la estación de metro de Queen Street, así que estaba a tan solo unos minutos a pie. Para Aiden era lo mismo tocar en Edimburgo que en Glasgow, su guitarra sonaba igual en ambos sitios y el wisky tenía el mismo sabor. 

La chica del gorro rojo se había adelantado y veía como arrastraba su maleta a paso ligero. Aiden aceleró el paso, le comía la curiosidad por poner cara a su generosa mecenas. Pero al doblar ya la esquina oyó a su espalda los gritos y risas de los jóvenes del autobús. Algo en su interior le pedía que siguiera a aquella muchacha,  pero haciendo caso omiso a su instinto, volvió  la cabeza cuando oyó un siseo insistente a sus espaldas. Aiden se paró en seco y giró sobre sus talones mientras los chicos se acercaban a él.

—¡Eh, tío! ¿Tendrías un cigarro?  —dijo uno de los jóvenes, el más delgado de los dos y que tenía la voz más aguda.

Aiden, sin mediar palabra, sacó el paquete de cigarrillos que asomaba del bolsillo de su chaqueta. Eran unos chicos muy jóvenes, más de lo que le había parecido a primera vista. No quería problemas, su jaqueca había mejorado pero no su resaca. Solo le quedaban tres pitillos, así que dio uno a cada uno y se echó a los labios el que sobraba. Encendió su cigarrillo y les ofreció fuego.

—Gracias tío —dijo el más alto de los dos antes de que continuaran su camino.

Después de todo, parecía ser que aquellos chicos solo querían llamar la atención. Cuando Aiden emprendió de nuevo la marcha se dio cuenta de que la chica ya había desaparecido tras la esquina. Apresuró el paso pero al llegar al cruce no había rastro de ella. Se sintió decepcionado, extrañamente necesitaba poner cara a aquel ángel caritativo. 

—¡¿Aiden?! ¡Menos mal que has llegado, tío! ¡No sabes lo que me alegro de verte! —exclamó el dueño del pub, un joven bastante alto de pelo oscuro y ojos celestes que estaba en la puerta fumando.
—¿En serio, Fergus? —preguntó irónico enarcando una ceja—. Seguramente te habrá sido imposible encontrar un músico tan bueno como yo.
—Más bien di que no he encontrado a nadie que toque a un nivel aceptable y que me salga más barato que tú. Aunque, a decir verdad, eso es discutible si calculo cuánto me sale todo el wisky que tragas en cada actuación.
—¡Uf, amigo! Si lo haces, seguramente tenga que pagarte yo a ti por tocar en tu local.

Fergus rompió a reír. Aiden tiró la colilla de su cigarrillo al suelo y su amigo hizo lo mismo. Se acercó hasta el músico y le dio un par de palmadas en la espalda.

—¿Todo bien por Edimburgo? Tienes cara de cansado y apuesto mi culo que todavía no has comido nada en todo el día. Dime… ¿no has parado de follar, verdad?
—Me conoces, sabes que no hablo de esas cosas, Fergus —dijo con complicidad Aiden.
—¡Serás cabrón! Con el rollo ese que te marcas de músico atormentado y tus ojitos llorosos a las chicas se les cae las bragas nada más verte —dijo con una amplia sonrisa—. Venga, te invito a una hamburguesa si me cuentas todos los detalles.
—Fergus… ¿tan insulsa es tu vida sexual que ahora te interesas por la de los demás? Desde que te has pasado a la monogamia estás que te sales…
—La vida de los demás me importa un carajo, quiero saber de la tuya porque eres el puto amo. No hay quien se te resista. Incluso creo que comienzo a verte atractivo… Con esos rizos, esos ojitos azules… ¡Y esos abdominales, hijo de puta! Así no hay quien te levante una chica —bromeó Fergus dándole un golpe en el estómago a Aiden, haciendo que se doblara mientras se reía de sus ocurrencias—. Es más, si no fuera porque estoy loco con mi pelirroja hasta yo mismo te tiraría los tejos, cabronazo —dijo antes de que ambos irrumpieran a carcajadas.
—Fergus, no te ofendas, pero no eres para nada mi tipo. Además, no me gustan los mal hablados.
—¡Seras…!
—Anda, vamos dentro y dame algo de comer, que estoy famélico —dijo Aiden mostrando su preciosa sonrisa, echando el brazo por encima de los hombros de su amigo y devolviéndole en el costado el golpe de antes.


* * *

Alba ni siquiera había tenido tiempo de cambiarse de ropa. En cuanto llegaron al apartamento de Maggie soltó la maleta y aquella rubia pecosa le arrastró hasta la calle, donde estaba el resto de chicas esperándoles.

—Ahora ya estamos todas —dijo mientras su loca amiga le colocaba una enorme y escandalosa pegatina en su chaqueta con su nombre en letras grandes, a juego con la que llevaban las otras chicas. 

Justo en ese momento otra de las integrantes del grupo, Jessie,  se apresuraba a colocarle un gracioso velo a su amiga Maggie, que entre risas aceptaba con ilusión una rosada banda con letras blancas y se dejaba señalar como la futura novia.

—Ahora sí… ¡A emborracharnos! —gritó exultante Angie, una recién divorciada y hermana mayor de la novia.
—Espera, espera, espera… Os advierto una cosa —dijo Maggie con los brazos puestos en jarras—, ni se os ocurra ponerme hoy perdida de no sé qué porquerías de las que hablasteis el otro día. Hoy no, esta es mi noche y quiero estar guapa para que todos los hombres de Escocia se enteren de lo que están a punto de perderse. Así que… ¡A divertirse, chicas!

Todas comenzaron a reír, incluida Alba que aunque ella no solía beber pensó que la ocasión bien merecía que hiciera una excepción aquella noche. 

—Hoy no la pringaremos… pero no vamos a renunciar tan fácilmente a la tradición —le susurró Mary al oído—. Sí, ya sabes… ya hablamos de eso, de ennegrecer a los novios, ¿no te acuerdas? —aclaró al ver como Alba fruncía el ceño.
—Claro que me acuerdo, todavía se me revuelve el estómago al recordar todas las porquerías con las que queríais untarles. Pobrecillos, encima queráis llevarles de bar en bar anunciando su boda —Mary se echó a reír ante su comentario.
—¡Ay amiga! Mi primo, que casualmente es tu novio, es escocés y cuando vayas a casarte también te haremos pasar por eso.

Alba abrió los ojos como platos. No quería ni pensar en lo que supondría que sus alocadas amigas escocesas le organizaran una despedida de soltera, mucho menos después de todos los disparates que había escuchado en esas reuniones secretas en las que preparaban la despedida de Maggie.

—Yo… yo creo que mejor me casaré en España —dijo haciendo que la risa de Mary se transformara en carcajadas.
—Alba, tesoro… ¡Si ya tu inglés tiene más de acento escocés que el mío! Oliver te ha ido conquistando poco a poco… y en todos los sentidos, guapa.

Mary se agarró del brazo de Alba y aún riendo, marcharon tras la comitiva de mujeres descocadas que vitoreaban a Maggie.





Capítulo 2

Los músicos estaban ya a punto de terminar y recoger los instrumentos cuando un grupo de chicas irrumpieron en el local. Aiden era el único que continuaba tocando su guitarra, permanecía sentado en un taburete improvisando algunas melodías. Cuando se sentía tan abatido como esa noche parecía que sus musas se divertían acosándole, exprimiendo su genio sin clemencia. Las risas femeninas hicieron que levantara la vista hacia el fondo, donde el grupo de mujeres, como si de un desfile se tratara, iban entrando al local de una en una. Miró su reloj y marcaba ya las tres y media de la madrugada. Era hora de irse a casa, en otras circunstancias seguramente estaría deseando aterrizar en su cama y no levantarse en una semana, pero la costumbre podía más que la desidia. Giró la cabeza para mirar a Bruce, que acababa de guardar su guitarra.

—Ya puede venir la mismísima Gisele Bundchen. Mi pequeña ya está guardadita en su funda y no pienso despertarla de nuevo —le dijo a Aiden, que sabía el doble juego de sus palabras—. Te conozco bien y sé lo estás pensando. Ni modo, no cuentes conmigo. Carol me está esperando en casa. Te quedas solo ante la jauría, tío.

Bruce, al igual que Fergus, hacía poco que había decidido mudarse del apartamento que compartían e irse a vivir con su novia. El avispado, como solían llamarle antes de caer en las garras de Carol, había encontrado por fin la flor perfecta para clavar su aguijón y Aiden se quedó sin compañero de piso y a su vez de correrías.

—Pues nada… habrá que sacrificarse y atender a todas estas lassies.
—Un deber fácil no es un deber —repuso su amigo haciendo que en el rostro de Aiden asomara una pícara sonrisa.

Volvió a mirar hacia la sala y entonces reconoció entre la muchedumbre un gorro rojo. Incrédulo ante la remota posibilidad de que fuera la misma chica de la estación de autobuses, el músico reparó en su dueña. No era una belleza de las que estaba acostumbrado a abordar, era diferente, especial… Ella parecía observar a las demás mujeres del grupo de una manera peculiar. Sus ojos rasgados y marrones parecían sonreír solos, como si no necesitaran de acompañarse por la preciosa sonrisa que lucía en sus labios. Las ondas de su pelo castaño enmarcaban su rostro y las vetas más claras aportaban dulzura a sus facciones.

De pronto, aquella mirada gatuna y almendrada se cruzó con la suya, un único instante en el que Aiden quedó atrapado en el fulgor de aquellos ojos. Unos segundos, tan solo unos segundos y nada existió para él fuera de esa mirada. Súbitamente despertó a la realidad, hacía tiempo que no le pasaba nada parecido. Aquella joven tenía algo que no podía describir… o quizás era todo fruto de su latente resaca, que le acompañaría al menos algunos días más.

—¡Vamos Alba! ¡Tomemos la última! —dijo Mary arrastrándole hasta una mesa que acababa de quedar libre.
—Eso mismo lleváis diciendo toda la noche —dijo Alba mientras se despojaba de su abrigo.
—¡Oh, venga! ¡Ahora es cuando empieza lo divertido! —dijo Angie—. Ha merecido la pena venir hasta aquí, Caylin. A ver, ¿dónde está tu maravilloso amorcito para que nos invite a unas pintas?
—Voy a buscarlo… —dijo la pelirroja saltando de la silla y mostrando su impaciencia por saludar a su novio.
—Muy bien, Maggie… hay muchos hombres por aquí para repartir tus besos, así que saca la hucha y comienza a recaudar libras para nosotras —soltó una entusiasmada Jessie, que estaba bastante animada tras las bebida ingerida en todos los pubs en los que habían estado aquella noche.

Maggie miró con picardía a las chicas. Enarcó una ceja y comenzó a agitar la hucha haciendo que sonaran las monedas que ya había recaudado hasta entonces. Alba aún no llegaba a comprender del todo aquellas costumbres, tan distintas a lo que ella estaba acostumbrada en España. Eso de que la novia ofreciera besos a cambio de dinero le parecía algo bastante raro, pero se encogió de hombros ante la mirada divertida de su amiga.

—No me vais a dejar sola en esto… así que todas a soltar besos.

A Alba no le dio tiempo de protestar cuando Caylin arribó a la mesa acompañada de un joven moreno bastante atractivo.

—Chicas, este es Fergus —les presentó con orgullo.
—Encantada Fergus —bromeó Angie en un tono seductor—. Caylin nos ha hablado mucho y muy pero que muy bien de ti… pero se ha quedado corta.

Todas comenzaron a reír a carcajadas ante la cara de incredulidad del dueño del pub y la expresión de enfado de su novia.

—¡Compórtate Angie! —estalló la pelirroja.
—Señoritas, es un placer tenerlas por aquí —dijo Fergus antes de que la cosa se calentara, conocía bien a su pelirroja—. Por lo que veo, tú debes ser la novia.

Era evidente que Maggie no pasaba desapercibida. La rubia seguía ataviada con su velo y su banda, aunque no tan flamantes como al principio de la noche.

—Es un placer ponerte cara al fin, Fergus —Maggie se acercó a él, le plantó un beso en la mejilla y le mostró la hucha—. Ahora a soltar unas monedas, que esta noche no me dejan regalar mis besos.
—Hagamos una cosa, a cambio de ese beso os invito a todas a una ronda, ¿hay trato? ¿Le parece bien a la novia? —le preguntó Fergus con una sonrisa en la boca.
—Por mí perfecto —Maggie desvió la mirada a las chicas y les guiñó un ojo.
—Pues ya van marchando esas pintas.

Fergus besó suavemente a Cailyn en los labios, para apaciguar los celos de su chica que seguía mirando recelosa a Angie, que aún  sin cortarse, repasaba con la mirada a Fergus de arriba abajo. 

Llegó a la barra y comenzó a servir cervezas.

—¡Fergus! —Aiden llamó su atención desde un extremo del mostrador—. ¿Quiénes son esas chicas?
—¡Ah, no! Tómatelo con calma que ya sé lo que buscas… Son amigas de mi novia, así que no te pases con ellas.
—Yo solo preguntaba —dijo Aiden levantando las manos para manifestar que su intención era totalmente inocente.
—Ya, ya… Tío, conozco muy bien esa mirada, no es la primera vez que la veo —Fergus se mostraba risueño ante la poca convicción que veía en la expresión inofensiva que mostraba Aiden.  Eran muchos años de amistad y ya casi podía ver las ideas de Aiden atravesando su frente.

Las chicas estaban haciendo que entrara más dinero en la hucha mientras que llegaban sus copas. Cailyn y Alba permanecías sentadas a la mesa observando cómo sus amigas iban propinando besos a diestro y siniestro.

Bonnie, ya tenéis aquí vuestras pintas —anunció Fergus al llegar junto a su novia portando una bandeja con sus bebidas.

Las chicas corrieron de nuevo a la mesa, recogieron sus jarras rebosantes del espumoso líquido y continuaron a la pesca de presas que estuvieran dispuestos a colaborar con algunas libras para la hucha de la novia. Cailyn y Alba estaban hablando y riendo sobre las anécdotas de la noche, las demás seguían a lo suyo. Tenían ambas ya sus jarras vacías cuando Fergus y Aiden se sentaron en la mesa con ellas. Fergus ofreció una pinta a su novia y se quedó con otra para él.

—¡Hola Cailyn! Hacía mucho tiempo que no veía —dijo Aiden mientras depositaba un par de cervezas más, una para él y otra para Alba.
—Sí, es cierto. Ya no hay quien te vea el pelo, siempre andas de un lado para otro según me ha contado Fergus.

—Bueno, no te creas todo lo que Fergus habla de mí —dijo a Cailyn pero dejando su vista fija en Alba.

Fergus miró a su amigo y comprendió todo.

—Perdonad, pero voy a robaros a mi pelirroja un momento. Tengo que hablar una cosa con ella a solas —dijo ante la sorpresa de su chica que se vio casi obligada a seguirle hasta la barra.

Aiden por fin pudo observar de cerca la cara de la chica del gorro rojo. Era mucho más bonita de cerca. Leyó la pegatina que contenía aún su nombre escrito y sonrió. A Alba no le había pasado desapercibida esa acción y torció el gesto.

—¿Por qué todos los escoceses sonreís de la misma forma al ver mi nombre? —preguntó a modo de reproche.
—Bueno, es obvio…
—Ya, ya… Alba en gaélico es Escocia, pero te advierto que mi nombre se pronuncia Alba, no alapa.

Aiden sonrió, aquella muchacha tenía un suave acento escocés pero también una entonación que no lograba identificar.

—Lo tendré en cuenta Alba —le mostró una media sonrisa mientras que levantaba su jarra de cerveza—. Yo me llamo Aiden.

Alba imitó su gesto y acercaron sus pintas para brindar.

—¡Sláinte!
—¡Sláinte! —repitió ella.
—¿De qué parte de Escocia eres? ¿Quizás de Edimburgo o alrededores? —preguntó curioso ante el enigma de la pronunciación de su inglés.
—No, yo soy española. Lo que ocurre es que he pasado varias temporadas en Edimburgo, donde vive mi novio —aclaró Alba, dispuesta a cortar de raíz cualquier posibilidad que creyera tener aquel escocés con ella. Estaba un poco entonada por el alcohol, pero no tanto como para no darse cuenta de que el músico estaba tanteando el terreno.

Aiden no esperaba aquello, pero explicaba esa musicalidad en sus palabras que comenzaba a gustarle tanto. Parece ser que no sería tan fácil la conquista como había pensado.

sábado, 21 de marzo de 2015

Y amar todo de ti: "Aiden"

¿Queréis ponerle cara al protagonista de "Y amar todo de ti"? 

 Os presento a AIDEN.









Este músico que vive en Glasgow hará que améis todo de él, jejeje.





¿Os resistiréis? 
A partir de la semana que viene lo tendréis a menudo por aquí. ¡No faltéis!



viernes, 20 de marzo de 2015

De estreno: "Siempre tuya" y "Y amar todo de ti"

¡Cuántas novedades tengo para hoy!

Lo primero y lo que más ilusionada me tiene y nerviosa al mismo tiempo es el estreno oficial de "Siempre tuya", la primera novela que escribí y que muchas pudisteis descubrir en este mismo blog. Es un momento muy especial y supone muchísimo para mí que finalmente se publique esta historia. He mantenido con ella unos pocos de rifirrafes pero finalmente, superando mis miedos y animada por vosotras, va a tener su oportunidad. 

¿Os gusta la portada? La verdad es que al verla pensé que le iba genial a la preciosa historia de Joan y Emma. Mi querida Iris T. Hernandez opinaba igual que yo y entonces lo vi clarísimo... No tuve dudas, esa era la portada de "Siempre tuya".  

Ya está disponible en la página de Alfil la preventa, donde podéis leer el primer capítulo, y también en nuestra librería de romántica favorita Libros paraíso romántico. Muy pronto lo podréis adquirir también vuestras librerías habituales. 

Espero de todo corazón que os guste.


Y a otra cosa, mariposa...

Como comenté en entradas anteriores voy a hacer cambios en el blog que espero que os gusten. De momento el cambio de look que ha sufrido me ha venido muy bien para inspirarme.

Sé que os prometí una historia nueva para publicarla semanalmente, tal y como hice con las otras dos novelas anteriores, pero eso también va a cambiar. Tranquilas, no voy a cambiar de idea, solo cambiaré de historia. La trama de "Diamantes de carbón" ha resultado ser mucho más complicada de lo que pensé en un principio. Si dejo los capítulos tal y como los estoy escribiendo y si encima os hago esperar para ver como sigue me matáis, así que he decidido guardarme esta historia para más adelante. A cambio os traigo a Adien y a Alba... os aseguro que os va a enamorar esta historia, yo estoy enganchada ya... y eso que no he hecho más que empezar a escribirla. Además tiene uno de los títulos más románticos que he puesto a mis novelas y relatos "Y amar todo de ti". ¿Qué os parece? ¿Hay trato?

La semana que viene publicaré el primer capítulo, espero que no faltéis a la cita.

¡Besos!

  

viernes, 6 de marzo de 2015

Pensando en voz alta

¡Buenos días! 
Este viernes me he levantado con una canción en la cabeza y una nueva  historia. Así que pronto, muy pronto os cuento algunas novedades. 

Habréis comprobado que ha habido un cambio de look en el blog. Es solo el principio y aún no he acabado con los cambios; pero esto es como pasa con nosotras, cuando ves que estás un poco decaída un cambio de imagen siempre viene bien para levantar el ánimo.

Ando un poco alejada de todo por diversos motivos, pero espero remontar en breve. Os pido disculpas por esta dejadez, pero para sentarme a escribir necesito estar al cien por cien y mi estado anímico y mi salud no lo están, pero ahí vamos... por suerte cuento con gente maravillosa a mi lado que me apoya y sé que puedo contar con ellas para lo que sea, al igual que vosotras. Ya sabéis que uno de mis propósitos para este año era cuidarme, y en eso estoy.

Os dejo con la intención de contaros las novedades en breve y con esta canción, que ahora la he vuelto a escuchar gracias a una publicidad y ha vuelto a meterse en mi cabeza como hizo en su día.

Besos, amores


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